Esta dolorosa experiencia marcó significativamente la vida de Concepción, hasta el punto de "haber perdido el miedo", como ella misma expresa. Ya no teme descubrir la verdad ni perseverar en la búsqueda de la justicia. A pesar de comprender claramente el proceso de justicia transicional en Colombia, Concepción siente que esta no es la justicia que quiere. No hay indemnización o reparación que le devuelva a su hijo o sus sueños.
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